Santa María Crucificada de la Rosa fue una religiosa y enfermera del siglo XIX que donó todos sus bienes a los pobres. Fundó la Comunidad de las Siervas de la Caridad, que fue aprobada por el Papa Pío IX.
Por su parte, San Urbicio fue un monje eremita francés con raíces españolas del siglo VIII. Y San Valeriano fue un obispo de Avensa (hoy Túnez) en el siglo V que sufrió la persecución de los Vándalos. El Rey Genserico, arriano, lo obligó a vivir en las calles, con 80 años, por haberse negado a entregar los ornamentos sagrados de la Iglesia.
Fuente: ELMUNDO.
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